A veces creemos que las circunstancias ideales de la vida son el estar acompañados, vivir en pareja, o tener una gran familia; pero eso es solo una creencia, o un paradigma tal vez inculcado por la misma sociedad. La realidad es que la vida se nos presenta en múltiples formas a cada persona, por lo que, habrá millones de personas que tengan una vida con compañía, así como millones de personas que, por el contrario, tengan una vida solitaria; y ninguna de estas dos situaciones es mala.

La soledad es simplemente una sensación subjetiva, ya que, no importa si se está acompañado físicamente de alguien, o si se está solo, pues hay quienes a pesar de estar rodeados de muchas personas se sienten solos, así como personas que, estando completamente solos, se sienten en absoluta compañía consigo mismos.

Por ello, la sensación de soledad es la manifestación de un miedo interno, un temor que surge cuando no hemos alcanzado una integración personal y una confianza y amor propio, que se expresa en nuestro interior con un miedo a sentirnos excluidos, aislados y por ende, infelices.

Aprender a vivir solos es una parte fundamental de nuestra existencia, porque somos seres individuales, y la vida en sí misma es cambiante para todos, por lo que habrá momentos en donde podremos disfrutar de tener a alguien a nuestro lado, así como momentos en donde no podremos disfrutar de la compañía, e igual tendremos que encontrar el equilibrio y la satisfacción individual para seguir siendo felices y disfrutar de la soledad sin quebrarnos ni depender de nadie.

 

La clave para no temerle a la soledad es lograr alcanzar un estado de autonomía e integración personal, en donde aprendamos a soltar los apegos y las codependencias, y reencontremos y cultivemos el amor propio y la autoconfianza.

 

Laborando esos aspectos, lograremos alcanzar un estado donde simplemente la circunstancia ideal de la vida sea estar bien y en armonía con nosotros mismos, sin depender de nadie para sentirnos felices. Estar bien internamente, nos permitirá disfrutar del placer de la soledad, y la podremos apreciar de la misma manera como si estuviéramos acompañados.

Cuando alcancemos ese estado perfecto de armonía individual, podremos disfrutar del placer de nuestra propia compañía, y esa sensación, es el mayor regalo de realización humana. Alcanzarlo, a veces puede ser un proceso que conlleve un cierto esfuerzo, pero con voluntad, determinación y constancia, todo se puede lograr. 

Si la vida que estamos experimentando es en solitario, pues veámosla como un maravilloso viaje con nosotros mismos, en donde podemos encontrar muchas aventuras, satisfacciones y crecimiento personal.

Pero si la vida que estamos experimentando está rodeada de familia y compañía, y no hemos podido experimentar lo que se siente estar con nosotros mismos, podemos darnos el regalo de viajar solos para poder experimentar esa realización personal de estar integrados.

 

En ambos casos, el efecto será el mismo, un regalo con nosotros mismos, pues será una especie de meditación, que nos permitirá la concientización de nuestro ser interno completamente pleno, suficiente y libre, y será una aventura en la que podremos disfrutar de muchos beneficios.

Viajar solos, es una gran herramienta que nos brinda el reencuentro con nuestro verdadero yo, para lograr alcanzar ese integración y autonomía personal; nos permite pensar con claridad; nos ayuda a salir de la zona de confort; nos ayuda a soltar los apegos y a romper las barreras de las codependencias; nos fortalece el espíritu y la confianza en nosotros; nos enfrenta a nuestros temores; nos permite estar accesibles a conocer a otras personas, culturas y lugares; y nos permite ir más allá de lo que creíamos eran nuestros límites, permitiendo fijar metas más altas y creer que son posibles de alcanzar, etc.

Por estas razones y muchas más, sin duda alguna, un viaje en solitario es un verdadero regalo de libertad para el alma.

Fuentes de información:

blog.elartedesabervivir.com

alimentatubienestar.es

Shivagam