Dr. José Luis Pérez-Albela

Médico cirujano

Médico naturista

C.M.P. 18164

PERÚ

 

Nuestras emociones dejan huellas en nuestro cuerpo. Una emoción reprimida, no reconocida, no expresada, corre el riesgo de debilitarnos.

Emociones y su relación con las dolencias

 - Los dolores de garganta hablan de nuestra dificultad para expresar lo que estamos sintiendo o pensando.

- Los dolores de estómago suelen manifestarse cuando estamos contrariados y ofuscados.

- El dolor en el hígado está relacionado con sentirse enojado.

- El dolor en el intestino grueso significa que nos aferramos a cosas que nos cuesta soltar.

- Los problemas respiratorios nos hablan de la excesiva necesidad de protegernos del mundo exterior y de los demás.

- Los problemas de la piel, en cambio, hablan de nuestra relación con el mundo exterior, de la insatisfacción que sentimos con nuestras interacciones. Por último, las alergias cutáneas y respiratorias también hablan de nuestra relación con el mundo exterior: nos sentimos atacados, a la defensiva ante este mundo.

Puede parecer una tontería, podemos decirnos a nosotros mismos “por supuesto que sé cómo detectar la emoción que me atraviesa”. Pero no es tan obvio. ¿Estoy realmente enojado o tengo miedo? ¿Solo tengo dolor de estómago o estoy ansioso? Es importante escuchar tu cuerpo y sus emociones para reconocer lo que te está diciendo.

Conéctate con tus emociones usando la meditación. Aprende a observar tus propios pensamientos y emociones. Trata de observar lo que están tratando de decirte, sin juzgarlos. ¿Quizás necesitas cariño, consuelo, descanso, que te respeten, que te reconozcan?

Es necesario  reconocer y aceptar que sentimos estas emociones  negativas para manejarlas. Negar tus emociones negativas es negar una parte de ti mismo que necesita ser expresada.

Entonces, ahora que has prestado atención a lo que tu emoción está tratando de decirte, verbaliza lo que sientes, háblale a alguien, y si lo necesitas, visita a un especialista.