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EL HIERRO EN EL EMBARAZO

Las necesidades de hierro aumentan en el embarazo. Actualmente existe una tendencia a la administración sistemática de suplementos de hierro a toda embarazada. Pero se debería tener en cuenta el estado subjetivo de la embarazada, sus hábitos alimenticios y sus valores analíticos férricos, sobre todo los niveles de ferritina.

 

La administración de hierro debería ser selectiva y no sistemática, teniendo en cuenta la dieta como primer paso y eligiendo un suplemento de hierro de origen orgánico, como el quelato de hierro, sin efectos secundarios gastrointestinales y alto índice de absorción.

 

¿Cómo determinar que una embarazada tiene falta de hierro?

Los valores normales de la hemoglobina (Hb), y el resto de los parámetros sanguíneos, deben relacionarse con el estilo de vida, la nutrición y otros factores tanto sociales como económicos, culturales y geográficos. El estilo de vida influye en la salud y puede modificar los valores normales de hemoglobina. En los países subdesarrollados donde la nutrición, las infecciones y las condiciones higiénicas son diferentes con respecto a los países desarrollados, los procedimientos diagnósticos y los criterios del suplemento de hierro tienen que ser distintos.

 

De modo que no es necesario dar hierro a todas las embarazadas. La última revisión de la institución Cochrane sobre el suplemento rutinario de hierro durante el embarazo concluyó que no existían evidencias claras para aconsejar una política de suplemento rutinario de hierro durante el embarazo. Observaron que se mejoraban los parámetros de hemoglobina maternos en el parto y seis semanas después, pero no se observaron resultados beneficiosos para el recién nacido.

Antes de tomar un suplemento de hierro, se debe estudiar los niveles

de ferritina y, según estos niveles, determinar si es necesario o no la ingesta adicional de hierro.

Asimismo, antes de empezar a tomar suplementos de hierro adicionales, primero debemos contar con el hierro que podemos conseguir por medio de los alimentos.

 

Se supone que las necesidades diarias de hierro elemental al día son de 10 mg, pero en el embarazo esta cifra aumenta hasta casi 30 mg.

 

Se puede favorecer la absorción de hierro con Vitamina C. Por otro lado, los fitatos presentes en el salvado de los cereales, la cafeína y los taninos inhiben su absorción.

 

De este modo, si el déficit de hierro no es muy severo, aumentando la ingesta de hierro y de vitamina C en la dieta, se podría solucionar el problema. Un estudio realizado en Nueva Zelanda con mujeres sin anemia, pero con deficiencia en los depósitos de hierro, comprobó que la ingesta de una dieta rica en hierro y agentes favorecedores para su absorción era eficaz para mejorar y reponer los depósitos de hierro.

 

Pero si la dieta es insuficiente para cubrir las deficiencias de hierro, el siguiente paso es recurrir a los suplementos de hierro.

 

 

¿Qué suplemento de hierro tomar durante el embarazo?

El más utilizado es el sulfato ferroso, fuente de hierro inorgánico. El hierro inorgánico puede presentar algunos problemas como la competencia que tiene con el zinc en la absorción o la disminución de la vitamina E.

 

Una de las causas de abandono del tratamiento con hierro inorgánico son las molestias digestivas que produce: náuseas, indigestión, dolor epigástrico, estreñimiento o diarrea.

 

La mayoría de las veces, como solución, se suele cambiar a otros preparados comerciales de hierro inorgánico (gluconato, dextrano, ferrocolinato) que, aparte de presentar absorciones muy deficientes y casi igual intolerabilidad digestiva, encarecen el precio del producto.

 

Para evitar los efectos indeseables que producen las fuentes de hierro inorgánico, es más recomendable la ingesta de hierro de origen orgánico como por ejemplo el quelato de hierro.

El quelato de hierro ha sido reconocido por la FDA como GRAS (reconocido como inocuo) y ha aprobado su uso para la suplementación y fortificación de alimentos.

 

En varios estudios, el quelato de hierro ha demostrado mejor perfil de absorción que el sulfato ferroso, también en mujeres embarazadas. Incluso en un estudio realizado con bebés de 6 a 36 meses se observó que aumentaba significativamente la tasa de ferritina que el sulfato ferroso.

Por otro lado, el quelato de hierro muestra mejor tolerabilidad digestiva y, por tanto, la tasa de abandono es menor.

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