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Aliméntate de manera INTELIGENTE

Los grandes maestros chinos, hindúes y budistas se preguntaron cuál es la mejor manera de alimentarnos. Su res­puesta es que debemos comer con más sensatez, buscando siempre una mayor y mejor calidad en nuestros alimentos.

Recordemos que el cuerpo es un templo, por lo que hay que cuidarlo con responsabilidad. Cuando prestarnos atención a cómo funciona y se ordena la naturaleza, nos damos cuenta de que el reino vegetal nos ofrece todo lo que necesitamos para vivir sana y saluda­blemente. ¿Cuál es entonces el sentido de matar para comer carne?

Se cree que la carne cambia la disposición natural de las personas y afecta su comportamiento. Si la gente comie­ra más sano, seguro que no habría tanta violencia. Los animales más violentos son los que comen más carne. 

El ser humano que se alimenta con carne tiene solo cuatro alternativas: las vibraciones de miedo, de pena, de dolor y de tensión. Es preferible nu­trirnos con alimentos vivos.

Está comprobado que cuanta más carne se come, más agua pide el cuerpo. Cuanta más carne ingerimos, envejecemos más rápido. La mayoría de gente come carne con papas, arroz, o con harina, las cuales son una pésima combinación. Si come carne, acompáñela con verduras, porque la carne forma ácidos, las verduras for­man alcalinos y se balancea el pH.

La gente suele comer carne en la noche, lo cual es un error porque se digiere mejor de día, en el almuerzo. Tenga mucho cuidado con los excesos de proteína, que son tan nocivos como tener poca proteína, porque cau­san intoxicación. Además, cuanto menos carne se consuma, habrá menos calentamiento global.

Si come carne, solo debe comerla como máximo dos veces por semana. La proporción más correcta para comer carne con verduras es de tres por uno. Esa es la clave: tres veces más raciones de verduras por cada trozo de carne.

Hay mucha gente sobrealimentada, pero mal nutrida. Esto sucede porque comen mal, no siguen un régimen alimenticio y no prestan atención a su cuerpo, de modo que están más expuestos al desarrollo y a la expansión de las enfermedades. Hay que saber mezclar los alimentos y, en lo po­sible, evitar mezclar harinas con proteínas.

Recuerde no comer carne con papas, sino con verduras y jamás con leche, porque se producirá una mala digestión. Nunca combine frutos aceitosos con pasas ni con higos. Las frutas secas dul­ces no se deben mezclar con los frutos secos. Las verduras nos proporcionan clorofila. Por eso, los animales enfermos buscan verduras y pasto. Las verduras ayudan a alcalinizar la acidez y a regular todos los excesos.

La asociación de alimentos es un tema singular. Los alimentos refina­dos como el arroz blanco, la harina blanca, la sal blanca o el pan blanco no tienen fibra; por lo que debemos buscar sus presentaciones integrales. Lo integral baja el colesterol; por ejemplo, el maíz se parece al trigo y tiene siete capas de salvado. Puede complementarlo con quinua o maíz. El maíz es importante en una dieta por­que la fibra es fundamental, ya que previene y cura los divertículos y las hemorroides.

Los antiguos peruanos conocían bien lo que tenían a su alcance, es decir, lo que la naturaleza y el territorio les ofrecían. Comían chuño, papa (la papa seca es mejor que la papa fresca), yuca y todas las variedades de hierbas lo­cales. Practicaban una manera singular de hornear usando la tierra: la huatia y la pachamanca.

Una alimentación vegetariana integral suele aportar al día 200 miligramos de ácido fítico, una sustancia que retrasa la liberación de la glucosa en la sangre (por eso a los diabéticos se les da arroz integral, para que ingieran alimentos con fibra). Agregue a su dieta un poco de salvado de trigo o agrégueselo al arroz. Por su lado, los flavonoides, que  son antioxidantes que se encuentran en la cascara del limón, la manzana y la col, ayudan a reducir el riesgo de la formación de tumores. Una buena ensalada de cebolla o una manzana rallada y hervida con avena son buenas opciones en estos casos.

Los compuestos azufrados sirven para sacar el plomo del cuerpo, bloquean los agentes cancerígenos, y ayudan a eliminar virus y bacterias. Los encontramos en la col, la coliflor, los ajos, la cebolla, el poro, el brócoli y las menestras (que debemos comer por lo menos una vez a la semana, de preferencia los lunes). Los polifenoles se encuentran en el té verde y la linaza. Ayudan a evitar la oxidación de las grasas y previe­nen el cáncer. Se recomienda incluso inhalar el vapor de la linaza y luego hacer ejercicio.

Los fitoesteroles son polisacáridos que tienen grandes efectos en nuestro organismo. Los polisacáridos básicos son fundamentales para la salud. La gente suele comer muchos bisacáridos, que se queman muy rápidamente. Entre los fitoesteroles enc­ontramos las semillas del girasol y el sésamo, que contienen fitoestrógeno. El ajonjolí es muy importante porque reduce el colesterol y ayuda en caso de tumores de mama y de próstata. También es bueno comer tofu, soya y semillas de girasol: con tres gramos es suficiente. La famosa pepa de la calabaza es una maravilla. Los polisacáridos son los azúcares que contienen los granos.

Tome sopa de mote. El hongo chino shiitake o champiñón, usado en la cocina, también es muy bueno. Finalmente los fitatos, que se encuentran en la cáscara de los cereales, bloquean los radicales férricos (promotores del cáncer) y evitan el desarrollo de la enfermedad. Por eso es bueno comer alimentos integrales.

Debemos planificar una cena saludable. Se debe elegir y ser generoso con las verduras. Ponga aceite de oliva al aliño, y consuma brócoli y coliflor, que son las crucíferas que previenen el cáncer. La col (o repollo) es una maravilla, pues ayuda al hígado a producir enzimas. La zanahoria sana: haga una crema y échele aceite de oliva al puré como si fuese mayonesa.

Las frutas van bien a me­dia mañana porque así se aprovechan mejor. Coma la fruta que su paladar y olfato le pidan: vaya al frutero y escójala.

Las legumbres como las habas cocidas son importantes, pero si le producen gases, reduzca la cantidad. Los granos y semillas también son necesarios. Coma cancha, maíz y kiwicha, que limpian el cerebro; y quinua, que proporciona fuerza muscular. Procure que su dieta tenga color y siempre algo de sabor “acidito y pican­tito”; el kion no debe faltar.

Para sostener a lo largo de la vida un buen estado de salud, preste atención a lo siguiente: cuando pasamos los sesenta años, debemos perder por lo menos un kilo por año. Si engordamos, somos más propensos a enfermar. Cuando se realiza una cirugía a personas subidas de peso, la intervención dura más, debido a que existe mu­cha grasa y esto dificulta el acto operatorio.

Ingiera menos cantidad de sal. La comida sin sal no tie­ne sabor, por lo que es más inteligente mezclarla con ajonjolí (doce cucharaditas de ajonjolí tostado y chancado en mortero por una de sal). Entre los  diuréticos tenemos el apio, el perejil y la cola de caballo.

Aunque no lo crea, la grasa también es importante porque el cuerpo la necesita. El que sigue una buena dieta vegetariana come granos, semillas, frutas y frutos. El kion es bueno, pero el tofu es lo máximo, ya que tiene minerales, se puede freír, sancochar, etcétera. El shiitake ordena las hormonas y las energías, tanto mentales como sexuales. En el Japón hay un frejol de nombre asuki, que es muy bueno para los riñones, tiene proteína y no produce gases, porque carece de ácido cianhídrico.

Hay quienes creen que la leche de soya puede reempla­zar a la de vaca. Eso no es verdad, porque la leche de soya tiene poco calcio y tiene vitamina B2, y la de vaca contiene vitamina B2 y B12. La leche de cabra es, sin lugar a dudas, la mejor, pues es muy similar a la leche materna.

La fibra es buena porque forma un gel que elimina las sustancias toxicas del cuerpo. Precisamente, las fibras hi­drosolubles disminuyen la velocidad de absorción de la glucosa. La fibra dietaria es un elemento natural que se encuentra en todas las verduras. Ayuda a bajar el colesterol, facilita la formación del bolo fecal y su fácil eliminación.

Cuando ingiera fibra (como en el caso del salvado de trigo y el afrecho) consuma también magnesio y zinc, obligada­mente. El afrecho evita el estreñimiento y, cuando se come con yogur, ayuda a bajar el colesterol. Contiene sílice, que funciona tan bien como la cola de caballo. Además, tiene celulosa, por lo que debemos ingerir más agua para evitar descompensarnos. Para las inflamaciones, hierva una taza de afrecho en tres tazas de agua.  Se le llama té de salvado, que puede agregarse también al emoliente. Es muy importante para nivelar los valores de glicemia. Todo diabético debería comer mucha ensalada de verduras. En este sentido, la col cruda es par­ticularmente buena.

La avena se tuesta y despide un olor riquísimo. Contiene mucha proteína, por lo que eleva la energía del cuerpo y ayuda a bajar el colesterol. Es muy útil para niños hiperac­tivos. Si la tuestan ligeramente, se elimina el antinutriente que posee, por lo cual es recomendable hacerlo. Mézclela con un poco de castañas tostadas y ralladas. A continua­ción, tueste ajonjolí y muélalo. Agregue almendras tostadas  ralladas, y germen de trigo. Cocine en el horno y luego tendrá una mazamorra rica y excepcionalmente nutritiva. Necesitamos siete veces más proteínas que mine­rales, siete veces más cereales que proteínas, siete veces más agua que harina, siete veces más aire que agua, siete veces más energía “vibracional” que aire. ¿Qué alimentos nos ayudan a lograr este balance? El arroz, la quinua, la cebada, el maíz: todos ellos tienen ese equilibrio de siete a uno.

 

CONSEJOS:

  • Sea vegetariano. Las verduras, las hierbas y las frutas contienen todos los nutrientes que necesitamos.
  • Tome tres tabletas diarias de vitaminas del complejo B, que también se encuentra concentrada en las algas marinas.
  • El ácido fólico es muy beneficioso para la salud. Una tableta equivale a comerse un “cerro” de verduras.
  • Coma verduras cocidas y crudas.  Frutas frescas por la mañana en el desayuno y en el almuerzo coma bastante arroz.
  • Tome más agua: por lo menos un litro diario.
  • Cuando cocine tallarines, gratínelos en el horno: así se digieren mejor.
  • Si a sus hijos no les gustan las verduras, “camúflelas” en el tallarín verde con la albahaca. El tofu se puede licuar y poner en la salsa del tallarín.
  • Coma verduras y ensaladas con nueces, castañas, pecanas, brócoli y acelga.
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