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LA ENERGÍA FEMENINA Y EL AMOR UNIVERSAL

 

Durante mucho tiempo se creyó que las mujeres y la cultura de su entorno, despertarían gracias a la educación y al desarrollo del materialismo, pero el tiempo nos ha demostrado que se trata de una visión muy limitada.

 

Sólo cuando las mujeres puedan asimilar la sabiduría eterna de la espiritualidad, además de recibir una educación moderna, se despertará en ellas el poder innato que poseen. Las ideas anticuadas y paralizantes que se asentaron en el pasado, impidieron que la mujer alcanzara ese poder. 

 

Los hombres, normalmente, creen en el poder de la fuerza. A nivel superficial, ven a las mujeres como madres, esposas, hijas o hermanas, pero no se puede ocultar que, a un nivel más profundo, los hombres aún muestran una gran resistencia cuando se trata de entender, aceptar y reconocer adecuadamente a la mujer y el aspecto femenino de la vida.

 

Una enseñanza de la India narra una historia de ocultación y desprecio por miedo o ignorancia del poder femenino. 

 

En una aldea vivía una mujer que era muy espiritual y se sentía inmensamente feliz por ayudar a los demás. Los sacerdotes de la aldea la nombraron sacerdotisa, pero como era la primera mujer de toda la región, a muchos sacerdotes no les gustó nada la idea de su nombramiento. Algunos sacerdotes sintieron celos por la gran compasión, humildad y sabiduría que muchas personas del pueblo apreciaban en ella.

 

Un día, se celebró un encuentro religioso en una isla de la región y fueron invitados todos los sacerdotes. La isla se encontraba a tres horas en barca desde la aldea. Cuando subieron a la barca, los sacerdotes descubrieron consternados que la sacerdotisa ya se encontraba a bordo. Susurraron entre ellos: ¡Qué desdicha, ni siquiera en esta ocasión nos deja solos! 

 

La barca arrancó, pero no había transcurrido ni una hora, cuando el motor se paró y la barca se detuvo. El capitán exclamó: "¡Oh, no! ¡Estamos perdidos, me olvidé de llenar el depósito!" Nadie supo qué hacer. No había ninguna otra barca a la vista. 

 

En ese momento, la sacerdotisa se levantó y dijo: "No os preocupéis hermanos, iré en busca de gasolina." Dicho y hecho, saltó del bote y caminó sobre las aguas. Los sacerdotes se quedaron asombrados, pero no tardaron en decir: "¡Mírenla, si ni siquiera sabe nadar!"


 

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