El reflujo silencioso o reflujo laringofaríngeo (LPR), se presenta cuando el ácido del estómago regresa a la garganta y la laringe, causando irritación e inflamación. A diferencia del reflujo gastroesofágico (ERGE), que causa acidez estomacal y regurgitación ácida, el reflujo silencioso puede causar ronquera, tos crónica, dificultad para tragar y una sensación de algo atorado en la garganta.
Estos son algunos consejos para controlarlo:
Dieta. Evita los alimentos desencadenantes como los alimentos grasos o fritos, la cafeína, el chocolate, el alcohol y los alimentos ácidos como los cítricos y los tomates. Opta por porciones de comida pequeñas y frecuentes. Evita comer muy tarde.
Cambios en el estilo de vida: Eleva la cabecera de tu cama para evitar que el ácido fluya hacia el esófago. Evita la ropa ajustada y deja de fumar.
Hierbas: Se ha demostrado que el kion reduce los síntomas del reflujo. Pruébalo en infusión, cápsulas, fresco o en polvo en las comidas. Otra opción es la raíz de regaliz, ayuda a reducir la inflamación y protege el revestimiento del esófago. Puedes consumirla como té o en forma de suplemento.
Probióticos: Pueden ayudar a restablecer el equilibrio de las bacterias intestinales, que pueden verse alteradas por el reflujo silencioso.
Prácticas de mente y cuerpo: La atención plena, el yoga y los ejercicios de respiración profunda pueden ayudarte a reducir el estrés y la ansiedad, que pueden exacerbar los síntomas del reflujo silencioso.